25.1.21

13. Invasión (Parte V)

La vez pasada, la Compañía del Sur, escoltando a los niños entelgianos liberados, logró finalmente salir del sistema de cavernas del Pico de la Alimaña por el mismo camino que el ejército caldarroble, pero dirigiéndose, en cambio, hacia Maeros. Allí, Leo y Hondu regresaron a la posada de Ángela Ten, donde el resto del grupo conoció a la señora, y a la nueva "hermana menor adoptiva" de Leo: Demedna, una joven curiosa que conoce la manera de llegar a Gallanur en pocos segundos.

Skorgar completa lo que estaba forjando, al tiempo que Leo termina de recolectar el dinero para saldar la deuda del enano y convoca al resto del grupo a reunirse en el establo, donde les espera Demedna. Pero primero, el tiefling busca a Ángela Ten, la posadera, para ofrecerle unas pocas piezas de oro en agradecimiento, de las cuales la anciana acepta sólo una. Tras un breve abrazo, Leo se dirige hacia el establo.
Una vez en el lugar pactado, Demedna saca de entre sus ropas la tiza iridiscente que al principio del día le mostrara a Leo. Hay solo una condición: dado que esa tiza cuesta mucho, tienen que prometer que van a volver a contarle todo lo que suceda en Gallanur. La Compañía promete, y la pequeña comienza a trazar un sello en el suelo, un circulo de aproximadamente un metro de diámetro, con un intrincado patrón de lineas rectas y curvas, símbolos y runas. Al finalizar el trazo, la tiza ya no existe, y el sello comienza a irradiar una luz similar a la que la tiza reflejaba a la luz del sol, pero mucho más intensa. La Compañía del Sur ingresa al círculo y en un parpadeo se encuentran sobre un círculo de piedra, de idéntico diseño al que trazara Demedna pero mucho mas grande. Están ahora en una plaza, detrás de un templo dedicado al dios Lathander.
Pero una voz los descoloca: un soldado de la Guardia Real los vio aparecer de la nada, y se acerca a preguntar. La Compañia entonces le explica que necesitan llegar urgente con la Grala. Forclod, y que habrán visto mal, ellos llegaron caminando como ciudadanos del reino normales y decentes. El soldado admite haber dormido mal, por lo que probablemente no esté del todo alerta a sus alrededores, y los escolta hacia el campamento donde les aguarda la Generala.
La ciudad de Gallanur se encuentra en un estado de caos. A medida que se acercan hacia el campamento, al sur, se puede ver a los pobladores que huyen hacia el norte, escapando de los caldarrobles que acechan desde Neithras. Soldados y mercenarios van de un lado a otro, intranquilos. El sur de la ciudad se convierte en un cuartel más que improvisado.
Un mercenario llama la atención de Leo. Se trata del mediano que lo invitara a jugar a las cartas aquella tarde en Anaeres, en la taberna de Ulbrec Tialmen. Junto a él, sus compañeros Lotho y el otro humano conversan entre ellos. Leo se muestra cauteloso dada la relación del mediano con la tal "Tolia" de quien ya hemos escuchado pero nada sabemos, pero el mediano le asegura que Tolia no es relevante ahora, y que su vínculo con ella no está lejos de romperse. Luego de un brevísimo intercambio, los tres mercenarios se retiran sin más.
Finalmente, Filaurel y Hondu dirigen al grupo hacia la carpa de la Grala. Forclod, donde ella les recibe muy cordial, y hasta esperanzada. Es en ese momento donde comienza a forjarse, formalmente, la leyenda que aquí contamos, cuando la Generala pregunta el nombre del grupo, y los aventureros pronuncian, por primera vez en suelo entelgiano, el nombre de La Compañía del Sur.
Hondu aprovecha a Forclod para informarle sobre los niños liberados, lo que alivia enormemente a la Generala, y para preguntarle si sabe como revertir el ritual al que fueron sometidos. Forclod le dice que quizas deba consultarlo con los clérigos que se encuentran en el campamento, o con cualquiera que sepa sobre las artes mágicas. Hondu agradece y se retira.
Tras esto, el grupo se dirige al área donde se encuentran los mercenarios, buscando a Hargrim. Ahí lo encuentran, con su barba cortada casi al ras como es tradición en Ered-Ard después de un evento trágico, con su laúd a un costado, afilando su hacha. Hargrim se sorprende de su pronta llegada, pero se alegra de verles. Conversan brevemente sobre el sitio de la ciudad, y Filaurel hace preguntas sobre estrategia que el enano no puede responder, por lo que se dirigirá a hablar con Forclod. Skorgar, entonces, revela por fin lo que estuvo forjando todo el dia, y le entrega a Hargrim una pierna metálica, una prótesis nueva, muy superior a la que el enano usara hasta el momento y de una excelente manufactura (a pesar de las condiciones bajo las que fue forjada). Hargrim deja escapar algunas lágrimas y agradece enormemente el gesto de su compatriota. En su honor, ejecuta, suavemente, los acordes de "Kaluth, el Vengado", y tras una mirada a Leo, el tiefling se suma con su citole.
Con los últimos acordes resonando aún, parte del grupo se dirige a ver a Forclod, para discutir la estrategia contra el ejército caldarroble. Forclod se muestra preocupada por la falta de capitanes para dirigir sus tropas, pero en ese momento se ilumina, y le pide a la Compañía del Sur, que conocen al enemigo y algo saben de estrategia en combate, si podrían capitanear escuadrones de la Guardia Real. Los miembros presentes de la Compañía aceptan, y Forclod, agradeciendole inmensamente a Filaurel, regresa a trazar el plan de acción para la mañana siguiente.